Es muy frecuente el hecho que detrás de un hombre de ciencias, se encuentre escondido otro hombre de letras.
¿Porque estudiaste ciencias?
Sencillamente porque en aquellos años, era mas fácil ganarse la vida en las carreras técnicas que en las de letras. Ademas porque para estudiar letras hacia falta un memoria muy desarrollada y me encontraba mejor en las disciplinas que utilizaban el razonamiento, donde la lógica es el protagonista de todos tus estudios.
Pero poco a poco, la vida va pasando, completas tu vida profesional y llega el momento de la jubilación..
Entonces es cuando te planteas qué es lo que vas hacer durante el resto de tu vida…
Te das cuenta enseguida que tienes abundante tiempo libre mientras que la esperanza de vida se acorta. Debes tomar una decisión sobre lo que hacer y yo decidí volver a la universidad, que me era tan familiar, y en vez de seguir profundizando en las ciencias, decidí cambiar de tercio radicalmente y dedicarme a mis ancestrales sentimientos de las carreras de letras.
Pero ahora todo había cambiado, la forma de estudiar que yo estaba acostumbrado era diferente, había lo que se llama el plan Bolonia que teníamos que cumplirse a rajatabla si querías seguir una enseñanza reglada.
Con toda la paciencia del mundo abordé este reto y me matriculé en la Universidad Carlos III de Madrid, en su Campus de Colmenarejo, el cual está situado a unos 12 km de casa.
Allí descubrí que estudiar a mi edad, no era ni muchísimo menos, lo mismo que cuando era joven. También descubres que los estudios de letras no son iguales que los de ciencias. La mayoría de los exámenes los realizaba haciendo trabajos, lo cual no era muy diferente a la innumerable cantidad de proyectos que había realizado en mi vida profesional anterior.
Me encontré a gente mucho más joven y lo más curioso fue que hice más amistad con los profesores que con mis compañeros de clase.
El tiempo fue pasando y al terminar, uno de mis profesores de historia contemporánea, me animó muchísimo a que hiciera una tesis doctoral en humanidades. No sabes lo interesante que puede resultar para nosotros que un hombre de ciencias investigue, con su mentalidad y perspectiva, en el mundo de la historia, me decía mi profesor.
Se personalidad como catedrático y mi curiosidad, pues sabía muy bien lo que era hacer un doctorado, me convenció.
Resulta curioso que una persona como yo, con 70 años pasados, haya empleado su abundante tiempo libre, en realizar una tesis doctoral, lo cual comporta el tener que realizar una carrera de letras, después matricularse en un máster, según el plan Bolonia, adquirir una suficiencia investigadora, realizar una tesis doctoral original, para finalmente defenderla públicamente ante un tribunal universitario formado por catedráticos de Universidad.
A todos estos pasos anteriormente citados es preciso añadir el gran coste que todo ello supone, pues las tasas de matrícula en el máster son unos 10.000 €, cantidad importante, dinero en libros, desplazamientos, matrículas complementarias, ir a clase todos los días, estudiar, examinarte y finalmente el coste del título de doctorado.
¿Porque lo he realizado?
Sinceramente no lo sé muy bien. Por lo general cuando eres joven, el interés a la hora de realizar un doctorado, en cualquier disciplina tiene sentido, pues gracias a él, conseguirás un puesto de trabajo con mayor facilidad, como fue en mi caso, o si ya lo tienes, te proporcionará un mayor liderazgo en el trabajo que desempeñas.
Mi caso ahora era completamente distinto, no pretendo a estas alturas de la vida, conseguir un puesto de trabajo, ni mucho menos, el realizar unas oposiciones que me conduzcan directamente al funcionariado.
He querido, con este doctorado, complementar mi vocación investigadora, sesgada por mi formación universitaria en Ciencias, enfrentándola con el mundo Humanista. Sencillamente he querido darle una nueva perspectiva a mis conocimientos.
Busco el rigor científico de una tesis doctoral, para
intentar entender mis vivencias… en el lugar y la época que me ha tocado vivir.
Cuando se alcanza mi edad, con mucho tiempo libre…. y poca vida en el horizonte, enseguida te afloran las inquietudes que han presidido tu existencia… No quieres mas preguntas, solo te interesan las respuestas….
Poco a poco te vas dando cuenta que… tu mundo es mucho más pequeño de lo que pensabas y en vez de sentirte satisfecho con los conocimientos adquiridos, compruebas que…. Tanta modernidad, tanta tecnología, tantas matemáticas, tanta física, tanta química, tanta informática, tanta robótica, tanta mecánica cuántica… ponen de manifiesto que, el horizonte todavía se encuentra más alejado de lo que estimamos en un principio.
Realizar este doctorado en Humanidades, ha sido una aventura personal que ha ampliado, en gran medida, mi perspectiva de como mirar mi alrededor, poniendo en evidencia que…cada vez… sé menos del mundo que mas me interesa…
Todo ello ha sido una magnifica experiencia que me ha permitido, además de tener un nuevo título, conocer la mentalidad de mis compañeros de estudios, de edades comprendidas entre los 22 y 28 años, descubriendo que, desgraciadamente pocas cosas me unen a ellos, pues la diferencia de edad, es un factor insalvable.
En la clase, los profesores sorprendidos conmigo, y prácticamente dedicándomela a mí. En los continuos coloquios, cuando yo hablaba, todos se callaban, incluidos los profesores, quienes me escuchaban con respeto, asintiendo, en la mayoría de los casos, mis afirmaciones. Creo que he hecho más amigos entre los profesores, que con mis compañeros los alumnos.
El paso del tiempo, hace cambiar tu forma de pensar… Redefiniendo continuamente tu propia identidad.
También el hecho de desplazarme desde el Escorial a Getafe, todos los días, en el tren, mantener la atención en clase, ha sido una magnifica disciplina que junto con mi asistencia a la piscina, tres veces por semana, me han permitido mantenerme en una forma física e intelectual, envidiable por mis coetáneos.
Hoy día 23 de mayo de 2013, he defendido mi tesis doctoral en Humanidades, frente a un tribunal formado por un presidente, director de la Escuela de Ingenieros Industriales, por dos vocales, uno, el máximo responsable del proyecto aeroespacial España en Marte y otro, un profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas , en el área de las Letras.
La experiencia realmente ha sido gratificante, pues al ser yo, el doctorando, mayor que cualquiera de los miembros del tribunal , se han dirigido a mí, todos ellos con un respeto y una forma de hacer, propia de las personas del más alto nivel intelectual.
Mi exposición ha sido tranquila y sosegada, gracias al dominio de la materia que estaba exponiendo y a unas magníficas diapositivas gestionadas en PowerPoint. Afortunadamente no me ha fallado la voz para nada y he podido mantener un ritmo firme y brillante durante todo el tiempo de la exposición. Finalmente, en la última diapositiva, en la cual citaba que ahí terminaba mi vida universitaria, he sentido un nudo en la garganta, que me ha impedido seguir para adelante, pero que en cualquier caso, ha impresionado positivamente al tribunal.
Las preguntas que me han realizado han sido concretas y las he podido contestar con facilidad, sobre todo porque, todo el tribunal ha mostrado un afecto y respeto a mi persona que no olvidaré jamás.
He pronunciado conferencias en casi todas las universidades españolas a lo largo de mi vida profesional, así como en bastantes centros de investigación de los cinco continentes, pero nunca mis hijos me habían escuchado pronunciar una conferencia. Para mí ha sido una experiencia bonita, pues he tenido la oportunidad de mostrarles, las capacidades de su padre, gracias a los cuales me han permitido colocarles en el estatus social que se encuentran.
También en el auditorio estaban mis hermanos, los cuales tampoco habían tenido nunca la oportunidad de escucharme y también se encontraban diferentes amigos. Ha sido para mí gratificante, el mostrar mis habilidades a todos ellos, creo impresionándoles gratamente.
Después de la defensa de la tesis, hemos pasado a una sala contigua, donde les he ofrecido un vino de honor y donde he tenido la oportunidad de hablar con todos los miembros del tribunal, ahora en otras diferentes condiciones a las del examen. Han sido muchos los elogios que me han prodigado todos ellos, destacando algunos comentarios como los siguientes:
No es frecuente que un alumno ponga tanta pasión en su exposición, que llegue a emocionarse y a nosotros también
Nos ha gustado mucho, por lo infrecuente, que algunas preguntas efectuadas por el tribunal, de difícil contestación, la respuesta haya sido, sencillamente, no lo sé. Lo normal es que el doctorando conteste al tribunal con cualquier respuesta, la mayoría de las veces totalmente incoherente.
Nos ha sorprendido durante toda la exposición, lo bien hilvanado que estaba todo el discurso, con un orden, una sencillez, y una inmodestia, realmente difícil de encontrar en un alumno. Se nota claramente que no es la primera vez que defiendes una tesis.
Al finalizar la exposición la calificación ha sido de apto y a propuesta del presidente del tribunal, que se me concediera la nota cum laude. En votación secreta, el resultado ha sido unánime por los miembros del tribunal.
El día 13 de septiembre de 2013, se ha realizado en el aula magna de la Universidad Carlos III de Madrid, el acto de investidura a los nuevos doctores, en un acto académico presidido por el Rector magnífico de la Universidad y por todo el claustro de profesores de todas las facultades. El acto solemne ha tenido una duración considerable. Yo revestido ya con el traje académico de Doctor en Humanidades, durante los actos protocolarios, no he podido por menos que reflexionar sobre mi vida pasada. ..
En primer lugar me ha venido a la cabeza la imagen de mis padres, los cuales estoy seguro que estarían orgullosos de haber culminado sus esfuerzos, en mi educación, con el máximo título universitario que se puede conseguir, por segunda vez, tanto en ciencias como en letras. Pensaba que aunque ellos lo desearían, nunca creyeron que yo, un mal estudiante en mi juventud, pudiera conseguir estos destacados títulos. Imaginaba a mi madre con su carita ya de mujer mayor, saltándosele las lágrimas, loca de felicidad, al ver culminado su esfuerzo de educación conmigo. Mi padre, con la característica cara de frialdad propia de un director, seguro que pensaría «muy bien hijo»
También recordaba en esos momentos solemnes, a mi mujer y a mis hijos, a los cuales les he privado en muchas ocasiones, de mi dedicación a ellos, por intentar cumplir con mi deber y ofrecerles una placentera forma de vida, intentándoles educar, al menos, al mismo nivel que yo fui educado por mis padres. Cuántas veces me he lamentado por haber trabajado tantas horas y no haberles dedicado más tiempo para su educación. Es algo que me moriré sin saber qué hubiera ocurrido, si me hubiera ocupado más de ellos.
También pensaba en mis años juveniles de Universidad, donde jamás hubiera soñado con conseguir las calificaciones y el respeto de mis profesores al llegar al final de mi vida.
En el momento de la investidura, el rector magnífico, al imponerme la medalla y el birrete, me felicitó efusivamente, admitiendo que era admirable que una persona de mi edad tuviera la inquietud intelectual de conseguir, un segundo doctorado, con la brillantez alcanzada. Me dio un fuerte abrazo, igual que a todos, pero que a mí se me antojó, tenía más calor que a los demás. He sido el único alumno, mayor de 70 años, de toda la Universidad Carlos III, que en su historia, ha conseguido esta cualificación.
Conseguir este doctorado, ahora en humanidades, a mi edad, simplemente por amor al conocimiento y con el ánimo de pretender entender, un poco mejor, cuál ha sido el desarrollo de mi vida, considero que es una experiencia, que si se puede, merece siempre la pena ser vivida.
Sin ningún lugar a dudas, ha sido todo un lujo, desde el punto de vista económico e intelectual. Un lujo reconfortante y maravilloso, si te lo puedes permitir…
Aquí termina mi vida universitaria, en la enseñanza reglada, pero de ninguna manera finalizan mis ambiciones de conocimiento, que me permitan seguir redefiniendo mi identidad, día a día, dando, de esta forma, un sentido a mi vida…